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Jared Kushner, yerno y asesor principal del presidente Donald Trump, se reunió con el presidente de México el miércoles. Solo han transcurrido semanas desde el fracaso de una reunión planificada entre los líderes de ambas naciones debido a una fuerte disputa telefónica sobre el muro fronterizo propuesto por el líder estadounidense.
La reunión de Kushner con el presidente Enrique Peña Nieto busca calmar las tensiones. Los planes para que ambos presidentes se reúnan han sido abruptamente cancelados al menos dos veces desde que Trump asumió el cargo, y la relación entre los países está sufriendo su mayor retroceso en décadas.
Pero el encuentro entre Peña Nieto y Kushner muestra el profundo cambio en el enfoque que el gobierno de Trump ha tenido con México y el resto de América Latina. Funcionarios estadounidenses anunciaron la visita menos de un día antes de que sucediera, y no ofrecieron detalles sobre los temas que se discutirán.
Más allá de eso, Kushner, quien también se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores de México, no invitó a la embajadora Roberta Jacobson —una diplomática con más de 30 años de experiencia en la región— a que lo acompañara en las reuniones, según un alto funcionario estadounidense que no estaba autorizado para hablar públicamente del tema.
“Así no es como normalmente se implementa la política exterior, o como debería implementarse”, dijo Christopher Sabatini, profesor de la Universidad de Columbia. “Enviar al yerno del presidente, alguien sin experiencia en las relaciones entre México y Estados Unidos, es otro ejemplo de la falta de profesionalismo y personalización de la diplomacia que dañará los intereses y la influencia de Estados Unidos en la región”.
Este año tres de los diplomáticos más experimentados del Departamento de Estado en América Latina han renunciado: Tom Shannon, el tercero en la línea de mando del departamento; John Feeley, el embajador en Panamá; y Jacobson, la embajadora en México, que dejará su cargo en mayo.
Las peleas públicas con México, las propuestas para finalizar las relaciones con Cuba, las sugerencias de intervención en Venezuela y la salida de un importante tratado comercial regional, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, evidencian un cambio radical en lo que había sido un consenso en Washington durante las últimas dos décadas: un acercamiento más suave y amigable con la región y la convicción de que los intereses estadounidenses estarían mejor atendidos a través de alianzas.
“En términos generales, desde el final de la Guerra Fría ha existido unanimidad en la política”, dijo Jeffrey Davidow, un exembajador estadounidense en México y Venezuela durante los mandatos de presidentes demócratas y republicanos. “Nos involucramos mucho menos y estamos teniendo éxito, viendo una mejor gobernanza, desarrollo económico y crecimiento de la democracia”.
“No sé si el nuevo gobierno está retrocediendo en el tiempo o simplemente no le importa”, agregó. La postura de Trump hacia la región parece estar impulsada tanto por las preocupaciones nacionales como por otras razones, dicen los expertos.
Con Cuba el mandatario parece estar atendiendo a su base política en la Florida, que se opone a las relaciones con el gobierno comunista.
En México, las propuestas de abandonar el TLCAN, construir un muro fronterizo y deportar personas responden a las frustraciones estadounidenses sobre la inmigración y el empleo, aprovechando las promesas que hizo Trump en la campaña electoral.
Desde el principio del actual gobierno, Kushner fue elegido para encargarse de la tensa relación con México. Para eso Kushner ha dependido en gran medida de Luis Videgaray, el canciller mexicano y tal vez el asesor más cercano de Peña Nieto. Ambos se han reunido más de una docena de veces desde que Trump asumió el cargo, incluso durante muchos de los 15 viajes de Videgaray a Washington.
“La visita solo es un recordatorio de que esta es una relación bilateral nueva e inestable, con altibajos, golpes, conversaciones y reconciliaciones”, dijo Raúl Benítez Manaut, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La reunión de Kushner con el presidente Enrique Peña Nieto busca calmar las tensiones. Los planes para que ambos presidentes se reúnan han sido abruptamente cancelados al menos dos veces desde que Trump asumió el cargo, y la relación entre los países está sufriendo su mayor retroceso en décadas.
Pero el encuentro entre Peña Nieto y Kushner muestra el profundo cambio en el enfoque que el gobierno de Trump ha tenido con México y el resto de América Latina. Funcionarios estadounidenses anunciaron la visita menos de un día antes de que sucediera, y no ofrecieron detalles sobre los temas que se discutirán.
Más allá de eso, Kushner, quien también se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores de México, no invitó a la embajadora Roberta Jacobson —una diplomática con más de 30 años de experiencia en la región— a que lo acompañara en las reuniones, según un alto funcionario estadounidense que no estaba autorizado para hablar públicamente del tema.
“Así no es como normalmente se implementa la política exterior, o como debería implementarse”, dijo Christopher Sabatini, profesor de la Universidad de Columbia. “Enviar al yerno del presidente, alguien sin experiencia en las relaciones entre México y Estados Unidos, es otro ejemplo de la falta de profesionalismo y personalización de la diplomacia que dañará los intereses y la influencia de Estados Unidos en la región”.
Este año tres de los diplomáticos más experimentados del Departamento de Estado en América Latina han renunciado: Tom Shannon, el tercero en la línea de mando del departamento; John Feeley, el embajador en Panamá; y Jacobson, la embajadora en México, que dejará su cargo en mayo.
Las peleas públicas con México, las propuestas para finalizar las relaciones con Cuba, las sugerencias de intervención en Venezuela y la salida de un importante tratado comercial regional, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, evidencian un cambio radical en lo que había sido un consenso en Washington durante las últimas dos décadas: un acercamiento más suave y amigable con la región y la convicción de que los intereses estadounidenses estarían mejor atendidos a través de alianzas.
“En términos generales, desde el final de la Guerra Fría ha existido unanimidad en la política”, dijo Jeffrey Davidow, un exembajador estadounidense en México y Venezuela durante los mandatos de presidentes demócratas y republicanos. “Nos involucramos mucho menos y estamos teniendo éxito, viendo una mejor gobernanza, desarrollo económico y crecimiento de la democracia”.
“No sé si el nuevo gobierno está retrocediendo en el tiempo o simplemente no le importa”, agregó. La postura de Trump hacia la región parece estar impulsada tanto por las preocupaciones nacionales como por otras razones, dicen los expertos.
Con Cuba el mandatario parece estar atendiendo a su base política en la Florida, que se opone a las relaciones con el gobierno comunista.
En México, las propuestas de abandonar el TLCAN, construir un muro fronterizo y deportar personas responden a las frustraciones estadounidenses sobre la inmigración y el empleo, aprovechando las promesas que hizo Trump en la campaña electoral.
Desde el principio del actual gobierno, Kushner fue elegido para encargarse de la tensa relación con México. Para eso Kushner ha dependido en gran medida de Luis Videgaray, el canciller mexicano y tal vez el asesor más cercano de Peña Nieto. Ambos se han reunido más de una docena de veces desde que Trump asumió el cargo, incluso durante muchos de los 15 viajes de Videgaray a Washington.
“La visita solo es un recordatorio de que esta es una relación bilateral nueva e inestable, con altibajos, golpes, conversaciones y reconciliaciones”, dijo Raúl Benítez Manaut, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México.