"Crear automóviles que no envejezcan, que se queden para siempre", decía Frank Stephenson hace unos años.
Y eso fue lo que logró como diseñador de carros en BMW, Ferrari, Maserati y McLaren.
Hijo de padre noruego y madre española, Frank Stephenson Santos creció en Casablanca (Marruecos) y en Málaga (sur de España), donde aprendió a sacar abolladuras a base de martillazos en un taller que tenían su padre y un tío.
Competía en carreras de motocross, hasta que su padre le dijo que aprovechara su talento y siguiera una carrera universitaria.
Cuando egresó se fue directamente a trabajar a Ford por un par de años y luego a BMW, donde diseñó el X5 y el nuevo Mini.
Una carrera de éxito lo llevó a trabajar en Ferrari, Maserati y Fiat, donde estuvo a cargo del diseño del Fiat 500. De Italia se fue a vivir a Reino Unido contratado por McLaren, hasta que decidió emprender su último desafío: diseñar el "transporte del futuro".
¿Autos voladores?
Stephenson trabaja actualmente para Lilium, una startup alemana que entró al competitivo mercado de los que desarrollan nuevos tipos de transporte aéreo que quieren transformar los viejos cuentos de ciencia ficción en realidad.
No es precisamente un nuevo auto volador. Se trata de un jet de lujo con las características de un taxi aéreo que, según la empresa, estaría operativo en 2025.
En esta aventura han invertido gigantes tecnológicos como la empresa china Tencent.
El producto forma parte de los denominados vehículos de despegue y aterrizaje vertical (VTOL, por sus siglas en inglés), que algunos prefieren llamar "taxis voladores de lujo", y que no están diseñados para transitar por las autopistas.
Y en este campo la competencia es feroz.