El partido más importante del año para la plantilla más cara sirvió para que el PSG aprendiese varios asuntos de interés, el primero de ellos que lo más caro no siempre es lo mejor. Que ese partido el PSG lo librase contra el Madrid debió servirle para fijarse no solo en el Madrid actual sino en el club fabricado quince años antes, más caro y más famoso que este PSG, pero igual de improductivo en Champions.
Otra imprudencia del París fue poner la remontada en manos de sus ultras, que llegaron a sermonear a los jugadores. Finalmente, no hubo peor idea que acomodar en el estadio al emir de Qatar, Tamim bin Hamad al-Zani, propietario del club; llevaba un año sin acudir, se encontró con que el campo era del Madrid y la grada, de los ultras, y se despidió tras la expulsión de Verratti.
Lo más importante y lo más caro, sin embargo, no estaba en París: vio desde la distancia el partido que puede acabar decidiendo su futuro. Tratándose de Neymar, lógico que tras la lesión y la irrelevancia europea del equipo empezase a hablarse de traspaso. El universo Neymar es especialmente sensible al dinero; en cuanto se produce la mínima alteración en su burbuja, desde el mal tiempo hasta un penalti, se abre el debate más fácil del mundo: el que afecta a su futuro. No hay jugador más desequilibrante en el regate y en la vida. Tampoco hay un club ahora mismo que le ponga más que el Madrid, ni otro que suponga la oportunidad de reunir tanta trascendencia deportiva y tanto negocio económico como exige su corte.
El Real tuvo a Neymar dos veces en los últimos doce años. La última dejó un sabor agridulce: el fichaje del brasileño sólo podía impedirlo un movimiento fuera de la ley de otro club. El resultado es conocido: el Madrid lo tenía fichado por 100 y el Barcelona presumió de quitárselo por 57. De ahí que se hable de Neymar, de ahí que Neymar deja que se hable de él y de ahí que el Madrid esté encantado con el espectáculo. Es pretemporada de fichajes, el tiempo de renovación de votos matrimoniales que se extenderá hasta agosto. El tiempo del "se queda" y del "never, never, never"; la época del año en que más se miente públicamente: mentiras ya vendidas con cláusulas que servirán después como atenuante: "se nos puso a tiro", "el chico insistió", "dije que me quedaba pero tenía los dedos cruzados".
Neymar seguirá en el PSG "al 2.000 por ciento", acaba de decir el presidente de su club. Le ha puesto un cero más al vicepresidente del Barcelona que dijo que se quedaba al 200. Entonces no bastó. A ver qué ocurre ahora. En cualquier caso, todo se resolverá con ceros.