Los empresarios de Nicaragua elevaron el martes la parada al presidente Daniel Ortega al convocar a un paro nacional de 24 horas para el próximo jueves, una medida que hasta ahora las principales cúpulas empresariales se habían negado a tomar por las consecuencias que podría tener para la economía de este país, ya golpeada por la profunda crisis política que dura 56 días y ha dejado 146 muertos. El paro, aunque suavizado a un periodo corte de tiempo, es considerado una "medida extrema" ante la intransigencia de Ortega de cesar la violencia de sus huestes y sentarse a negociar una salida pacífica a la crisis, que pasa por su renuncia al poder, tras once años de un gobierno autoritario.
Managua, la capital de Nicaragua, se convirtió la tarde del martes en una ciudad fantasma. No había pasado ni media hora desde que las principales cámaras empresariales convocaron al paro nacional de 24 horas, cuando los comercios de la ciudad echaron el cierre ante el temor de la respuesta oficial frente la decisión del sector privado. Un recorrido por las principales avenidas de la ciudad dejaba en evidencia el temor a las represalias que la decisión de las cúpulas empresariales podría desatar desde el Gobierno de Ortega y sus huestes, que en las últimas semanas han asaltado y saqueado tiendas y otros negocios. Desde que se comenzó a mover en las redes sociales el anuncio del paro, centenares de capitalinos acudieron a los gasolineras del país a abastecerse de combustible. Además, moverse por la ciudad de noche se ha convertido en un peligro, dado el patrullaje de grupos irregulares armados y violentos, que siembran el terror en una capital hasta hace unas semanas segura, tranquila y fiestera.
En la convocatoria del martes los empresarios también hicieron un llamado a los empleados del Estado a que se sumen al paro total "de manera masiva", dada que "su dignidad ha sido pisoteada por un Gobierno represivo", dijeron. "Si lo hacen todos juntos, no podrán tomar represalias contra ustedes", instaron. El paro del jueves, que comienza a las cero horas, abarca a todo el país y todas las actividades económicas, salvo aquellas relacionadas con la preservación de la vida y la cobertura de servicios básicos para la población, informaron las cúpulas empresariales.
Los empresarios consultados por EL PAÍS explicaron que el paro de 24 horas es una medida para hacer que Ortega reaccione a una agenda de "democratización" presentada el pasado jueves por los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), que son mediadores en las negociaciones para encontrar una salida a la crisis. Esa agenda incluye reformas constitucionales y al sistema electoral –controlado por Ortega– y un adelanto de las elecciones que pasa por la salida anticipada del mandatario. Ortega había pedido dos días de "reflexión" a los obispos, pero mantuvo la represión de las protestas y ordenó el ataque de las barricadas donde miles de nicaragüenses han paralizado el país. El fin de semana se supo que el mandatario ofreció directamente al Gobierno de Estados Unidos un adelanto de las elecciones, aunque sin dar una fecha específica y garantizando su permanencia en el poder hasta que ese proceso se realice. La propuesta fue rechazada por sectores sociales y los campesinos, aunque José Adán Aguerri, presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), dijo el martes tras anunciar el paro que "no nos vamos a adelantar a acciones si no tenemos una respuesta del Gobierno" sobre el reinicio de negociaciones para discutir la agenda planteada por la Iglesia. "Tenemos que esperar que haya esa respuesta. Si no la hay, esa propuesta (de Ortega a Estados Unidos) queda descartada", afirmó el presidente de la patronal.
Para los empresarios es urgente poner fin a esta crisis que ha dejado más de 600 millones de dólares en pérdidas y un país con infraestructuras destruidas, comercios saqueados y que, además, está afectando el flujo de mercancías por la región, dado que en las carreteras de Nicaragua se mantienen retenidos más de seis mil camiones de cargas debido a los bloqueos de carreteras. "El paro es una acción de protesta cívica que esperamos contribuya a una solución y que esa solución sea lo más pronto posible", dijo María Nelly Rivas, presidenta de la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (AMCHAM). "Queremos volver al diálogo para encontrar esa salida", agregó Rivas.
Es la primera vez en cuarenta años que la cúpula empresarial convoca a un paro nacional en Nicaragua. Los empresarios ya lo habían hecho en 1978 para presionar a la dictadura de Somoza. Así es que este ha sido un trago amargo que la patronal nicaragüense ha tenido que tomarse, pero que demuestra el nivel de la crisis del país y el temor a que esta se extienda a un costo mayor de muertes y pérdidas económicas. "Es una opción extrema para responder a condiciones extremas", dijo Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES).
Los nicaragüenses parecieran que estuvieran viviendo estos días un déjà vu. A los más viejos la situación del país les recuerda los últimos meses del somocismo, cuando la dictadura, herida de muerte, desató una durísima represión en las ciudades. La convocatoria al paro nacional también les trajo el recuerdo de aquel poema que en 1978 escribió Gioconda Belli en el que hacía un llamado a una huelga nacional. "Quiero una huelga", escribió entonces la poeta, "donde respirar no sea permitido / una huelga donde nazca el silencio / para oír los pasos del tirano que se marcha".