“Hacía años que este acervo estaba reservado, ni siquiera tenía oportunidad de verlo, ya que estaba tan bien resguardado que daba miedo ocuparse de él”, declaró Guadalupe Rivera. Las piezas, dijo, son una mirada a la intimidad de Rivera, por lo que consideró que “es tan emocionante ver que Diego todavía vive”, indicó.
El proyecto tiene como hilo conductor la indumentaria del artista, la cual descubre su lado más humano y cotidiano, además de su contexto. Dibujos, fotografías, esculturas, documentos, así como más de 75 prendas de vestir y accesorios que pertenecieron al muralista, son parte de la colección que hoy pertenece al acervo del recinto del INBA, resguardado por el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam).
En el acto inaugural, Rivera felicitó la idea y la restauración de los objetos de uso personal de su padre, y dijo que le resulta fundamental, porque entre más se le dé a conocer, más será amado. “Se darán cuenta de la sencillez, de la sobriedad con que vivía. Nunca fue ostentoso.
Durante muchos años pintó con su overol, se ponía también una chaqueta de mezclilla. “En los últimos años, en que ya no pintaba con su típico atuendo, utilizaba su ropa con una gran sobriedad”, dijo la también abogada.