El juicio contra Paul Manafort, el exjefe de campaña electoral del ahora presidente de EE.UU., Donald Trump, entró hoy en su fase final después de que finalizaran los turnos de acusación y defensa para aportar testigos sin que el propio estratega diera su versión de los hechos.
Después de que la fiscalía especial cerrara su turno este lunes, la defensa de Manafort envió el juicio a su recta final al rehusar emplear su opción de llamar a nuevos testigos e incluso a que Manafort ejerciera su derecho a declarar en el estrado.
De este modo, Manafort cerró sin testificar su defensa en el juicio por fraude que afronta en el marco de la investigación de la llamada trama rusa.
El propio juez hizo a Manafort que confirmara de viva voz que comprendía su derecho a testificar, pero que había decidido no hacerlo, en lo que supuso la primera intervención oral del estratega en la corte: "Sí, lo comprendo", dijo el acusado.
Con su clásico conjunto de camisa blanca y traje oscuro, Manafort pasó la mañana tomando notas de los intercambios entre sus letrados, la fiscalía y el atípico juez de la corte federal del Distrito de Virginia Este Thomas Ellis.
El multimillonario estratega, que hizo fortuna asesorando a políticos extranjeros, se mostró tranquilo durante el tramo de la audiencia que fue a puerta abierta, ya que esta discurrió cerrada al público durante casi dos horas.
Manafort se enfrenta a pasar el resto de su vida en prisión debido a los 18 delitos financieros y bancarios que se le imputan en el marco de las pesquisas de la trama rusa.
Tras los acontecimientos de hoy, las partes procederán mañana miércoles a exponer sus argumentos finales, después de los cuales el jurado popular deberá elaborar sus consideraciones, en base a lo escuchado durante más de dos semanas, y pronunciarse.
Finalmente, será el extravagante magistrado Ellis quien emita su veredicto y sentencia sobre Manafort, quien durante la instrucción de su caso ha visto como quien fuera su mano derecha, Rick Gates, terminaba por traicionarle al testificar contra él.
Durante las dos semanas de juicio, la acusación ha relatado cómo Manafort se convirtió en un asesor de líderes internacionales, con especial énfasis en su período con el expresidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvich, y cómo desviaba decenas de millones a cuentas en el extranjero.
Además, el equipo de Mueller constató con los testigos citados ante un jurado popular que Manafort hacía pasar ingresos por préstamos de cara al pago de impuestos y empleaba su posición destacada en la campaña de Trump para obtener créditos.
Manafort, que se ha declarado no culpable de los cargos, fue enviado a la cárcel el 15 de junio tras haber intentado influir en las declaraciones de al menos dos testigos, lo que colmó la paciencia de una jueza que lo mantenía en arresto domiciliario desde octubre, cuando se entregó al FBI.
Además de esta causa, Manafort encara el próximo mes su segundo juicio en el marco de la trama rusa, en el que también se ha declarado no culpable y que se iniciará el 17 de septiembre en Washington, dos meses antes de las elecciones legislativas.
El fiscal especial Robert Mueller investiga desde mayo de 2017 de manera independiente los posibles lazos entre miembros de la campaña de Trump y el Kremlin, al que las agencias de Inteligencia de Estados Unidos acusan de interferir en los comicios presidenciales de 2016.
Manafort supuestamente trabajó entre 2006 y 2017 para Gobiernos extranjeros, incluido el Ejecutivo prorruso de Yanukóvich (2010-2014), y para oligarcas rusos, a los que ayudó a mejorar su imagen en Washington sin comunicárselo al Gobierno de Estados Unidos, lo que constituye un crimen.
El proceso contra él es producto de la investigación de Mueller, pero no está relacionada directamente con las actividades que desempeñó entre marzo y agosto de 2016 en la campaña del mandatario, en la que llegó a convertirse en jefe hasta que dimitió tras descubrirse que había ocultado 12.7 millones de dólares procedentes de Ucrania.