A pesar de los esfuerzos por inculcar la riqueza de nuestras raíces, refiere el representante del grupo Ayatzincan, quien de generación en generación ha pertenecido a dicho grupo, es poca la gente que toma en serio este tipo de danzas.
“No se trata de bailar por bailar; todas las danzas tienen un por qué, mismas que han sido practicadas y enseñadas de generación en generación”, refiere.
Añade que los interesados por aprender este arte en algunos casos terminan por abandonar las clases debido a que el vestuario que se utiliza en las danzas es caro y delicado.
Para tratar de conservar las raíces ancestrales prehispánicas, refiere que por más de 40 años ha enseñado de forma gratuita a todo aquel que quiere aprenderlas.
“No lo hacemos por negocios, sino por amor a nuestras raíces, de las cuales nos sentimos orgullosos a pesar de que hay gente que se mofa de nuestras creencias”, contesta.
A un costado de ellos, integrantes de los “Voladores de Papantla” realizan el famoso espectáculo, mismo que capta la atención de paseantes.