El papa Francisco ha modificado el magisterio de la Iglesia sobre la pena de muerte y dijo en un texto publicado el jueves que siempre es“inadmisible” porque “atenta contra” la dignidad inherente a todo ser humano.
El Vaticano anunció el jueves que el pontífice aprobó un cambio en el Catecismo de la Iglesia Católica, la recopilación de las enseñanzas de la Iglesia. Hasta ahora, el catecismo decía que la institución no excluía el recurso de la pena capital si fuera “el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”.
La nueva enseñanza señala que la norma previa está desactualizada y que hay otras vías para proteger a la sociedad: “Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo.”
El texto, aprobado en mayo, fue dado a conocer el jueves.
En una carta adjunta, la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo que el cambio en la doctrina católica sobre la pena capital no contradice el magisterio anterior sino que responde a la evolución de éste.
Francisco se ha pronunciado muchas veces contra la pena de muerte, que según él jamás se justifica, por atroz que sea el crimen cometido. El ministerio de los presos siempre ha sido un pilar de su vocación sacerdotal. En casi todos sus viajes ha visitado cárceles para ofrecer palabras de solidaridad y esperanza y aún mantiene contacto con un grupo de presos en la Argentina a los que asistía cuando era arzobispo de Buenos Aires.
Anunció su intención de modificar el magisterio de la iglesia sobre la pena capital en octubre, al cumplirse 25 años de la publicación del catecismo. Este texto, promulgado por san Juan Pablo II, es una guía para los católicos en toda una gama de asuntos, desde los sacramentos hasta el sexo.
En esa ceremonia en 2017, Francisco dijo que la pena de muerte es contraria al Evangelio y equivale a tomar voluntariamente una vida humana, que “siempre es sagrada a los ojos del creador”.
Reconoció que en el pasado este “recurso extremo e inhumano” era admitido incluso en los Estados Pontificios. Pero dijo que la Santa Sede se había equivocado al admitir una mentalidad “más legalista que cristiana” y que ahora reconocía su error.