Entre una multitud reunida en el extenso terreno de lo que sería la terminal de autobuses de Juchitán, Oaxaca (al sureste de México), caminan en grupo, con mucha seguridad, pero también con mucho miedo; su presencia es notoria, pertenecen a la comunidad gay, otras son lesbianas, bisexuales o transgénero, pero todos son migrantes expulsados de sus países.
Piden respeto, porque así como muchos de los centroamericanos que avanzan en la caravana hacia Estados Unidos, luego de verse orillados a dejar El Salvador, Honduras y Guatemala por la pobreza y la inseguridad, ellos también son vulnerables, pero además vienen huyendo de la homofobia y la discriminación.
Sin embargo, reciben poco, o más bien nada de lo que piden, pese a ser hermanos de la misma región, estar en las mismas condiciones y compartir el mismo anhelo: cruzar a Estados Unidos y tener un empleo que les permita mejorar sus condiciones de vida.
Entre chiflidos, abucheos, palabras como "perra", "zorra", "paras el tráfico", así como tocamientos, la comunidad lésbico, gay, bisexual, transgénero, travesti, transexual e intersexual (LGBTTTI) ha sobrevivido el largo viaje que inició la caravana migrante el pasado 12 de octubre en San Pedro Sula, Honduras.
Cada uno de ellos viaja por su lado, pero en este duro caminar se fueron conociendo y van conformando este colectivo que no se cansa de demandar respeto y condiciones igualitarias en la travesía hacia Estados Unidos.
De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la violencia está expulsando cada vez a más centroamericanos de sus hogares; en 2017 la cifra se disparó y el número de solicitantes de asilo y refugiados aumentó 58 por ciento con respecto a 2016.
La comunidad LGBTTTI se encuentra entre algunos de los más de 294 mil centroamericanos que en 2017 solicitaron asilo, así como de refugiados que fueron registrados en 2017, cuando esta cifra representó 16 veces más que en 2011.
La mayoría de los centroamericanos registran sus solicitudes en Belice, México y Estados Unidos, y de forma creciente, en Costa Rica y Panamá, porque dicen que en esos países sus derechos están mejor garantizados que en los suyos.
"Nosotros no tenemos leyes que avalen nuestros derechos como integrantes de la comunidad LGBTTTI, que se nos trate de una manera digna y justa, porque merecemos un tratado digno, que se hagan ver nuestros derechos", expresa Eduardo Rafael Guerrero Castro, originaron de Santa Ana, El Salvador.
El joven gay de 25 años de edad que dejó de estudiar lenguas para tomar esta aventura, relata que ha sufrido mucha discriminación en su camino hacia Estados Unidos, porque no tiene apoyo.
"Ha sido muy difícil, somos los más vulnerables de la caravana, sufrimos una crisis humanitaria y necesitamos de su apoyo. Hermanos centroamericanos que pertenecen a nuestra comunidad, unámonos todos", dijo entrevista con Notimex.
Teresa, quien viene de Honduras y viaja en este contingente de entre seis mil y siete mil personas, afirmó que no imaginaba lo que viviría a lo largo de este recorrido, al grado de que estuvo apunto de abandonarlo hace algunos días.
"Venimos pidiendo ayuda para que nos respalden, no más humillaciones ni más desprecios, lo que hace la gente es gritarnos e insultarnos, todo es discriminación", dijo la joven trans que dejó su hogar a sus 20 años.
Señala que ella y sus compañeras están cansadas de la discriminación: "Queremos regresar, pero no podemos porque venimos de ser discriminadas y queremos ayuda porque somos muchas".
"Espero que nos escuchen y nos apoyen. Huimos de la pobreza, pero más por la violencia, porque nos atacan como animales por ser de la comunidad gay o trans", precisó la joven al referirse a la situación que viven en su país.
La mayoría de los que integran la comunidad LGBTTTI son jóvenes y van en busca de un trato igualitario. Jairo David, de El Progeso, Honduras, es otro de los chicos gay que alza la voz para demandar justicia social.
"Vengo huyendo de la discriminación, el racismo, falta de empleo y también porque nos tratan muy mal, yo he sido golpeada como tres veces por la homofobia que hay en nuestro país y eso fue lo que me impulso a salir huyendo rumbo a Estados Unidos", expresó.
Con 20 años de edad dice haber sufrido mucho por el machismo, porque "aún dentro de la caravana soy excluida y todo eso me molesta, yo pensé que las personas con las que venía íbamos a ser iguales y nos íbamos a apoyar".
"Me discriminan, somos bien vulnerables y seguimos adelante y esperamos llegar a la meta, que es Estados Unidos", refiere y aclara que está decepcionado de la situación que ha pasado en estos 15 días en la caravana.
El contingente avanza, pero ya se dieron cuenta que este grupo necesita ser respetado, incluso, Pueblos sin Fronteras, la organización que los acompaña, exige un trato igualitario y que todos se miren como hermanos.