Son las vísperas de Río 2016 y en el Code sirvieron la mesa. Los invitados a comer son algunos atletas de Jalisco, entrenadores, directivos del organismo y por supuesto, parte de los medios de comunicación.
Es un día como cualquiera en la Unidad Revolución de Zapopan, pero el ambiente se percibe, a diferencia de otras fechas, un tanto triste.
Sentados ya alrededor de la mesa nos explican de qué trata el evento: "Es una comida para reconocer a nuestros atletas y entrenadores que se quedaron cerca de lograr su pase a Juegos Olímpicos".
Dicho lo anterior, entiendes que esa comida más que un festejo es un apapacho. Es un abrazo al llegar a casa después de un día malo.
La comida comienza sin mucho preámbulo, sumergida entre los murmullos de los presentes, quienes se limitan a platicar con el que tienen al lado. El lugar está tan quieto que se alcanzan a escuchar los cubiertos raspando en los platos de manera incansable.
Parecía que nunca terminaría ese momento solemne, pero de un instante a otro el convivio tomó una nueva dinámica: los ahí presentes nos contarían, uno a uno, su historia en el ciclo olímpico rumbo a Río de Janeiro.
Este nuevo ejercicio trajo consigo una avalancha de hazañas épicas con triste final, un conjunto de historias que en su mayoría se desarrollaron paralelamente, pero que convergieron en el triste punto de no ir a unos Juegos Olímpicos.
Llegó el turno entonces de que uno de los entrenadores nos contara su historia, su nombre es Iván Ruiz y él vivía su tristeza por partida doble, ya que arañó el pase olímpico con dos de sus pupilos en dos deportes diferentes: Jessica Salazar enciclismo de pista y Christopher Mireles en BMX.
Ruiz platicó emocionado su camino con estos atletas. Nos contó, por ejemplo, acerca del par de oros que Jessica logró en el Campeonato Panamericano de Chile en septiembre de 2015, de cómo estos resultados los hicieron soñar con lo que en algún momento parecía impensable: "No teníamos algo así desde hace casi 10 años, con Nancy Contreras", recordó.
Por desgracia para Ruiz y su equipo, Jessica no contó con una bicicleta digna de su potencial y a la altura de sus sueños, ya que una falla en su manubrio provocó que lapedalista jalisciense perdiera terreno en una de las competencias clave para ella.
Sobre Christopher platicó lo hecho en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014, donde obtuvieron el bronce. También rememoró, con un brillo especial en los ojos, la proeza de haber avanzado como nunca en las rondas clasificatorias a Río: "Nos acercamos poco a poco a la clasificación olímpica, pasamos tres filtros cuando regularmente quedábamos fuera en el primero".
Por desgracia, el desenlace de esta historia trajo consigo el momento lacrimógeno del día: "Tuvimos la posibilidad de estar a un metro de los Juegos Olímpicos, pero el instante que no vamos a olvidar será la caída de Christopher en el Campeonato Mundial de BMX en Colombia. Ya estábamos clasificados antes de su caída y un segundo después se nos fue de las manos".
Ya entre lágrimas y con las manos en el rostro, Iván Ruiz soltó un comentario con tintes de advertencia: "En este momento estamos viviendo un duelo deportivo, pero regresaremos con ánimos y experiencia para afrontar los próximos cuatro años de una manera muy diferente".
Hoy, ese hombre que lloró de tristeza en junio de 2016, ha llevado a Jessica Salazar a ser la número uno del ranking mundial de los 500 metros, la entrenó para que consiguiera el Récord Guinness en esta misma prueba y por si fuera poco, es el flamante Premio Nacional de Deportes 2018 en la modalidad de entrenador.