Por: Pablo Pérez
La asombrosa y decisiva chilena que ejecutó Gareth Bale para decantar la pasada final de la Champions entre el Real Madrid y el Liverpool provocó un estado de euforia entre algunos dirigentes blancos, especialmente en el presidente, Florentino Pérez. El mandatario, principal valedor del galés, ejecutor de su fichaje en el año 2013, pasó de ver en el atacante a un jugador declinante a situarle como el referente del nuevo Madrid. Ocho meses después, la decisión se discute en cada rincón de Chamartín. La plantilla nunca le otorgó tal condición y los directivos empiezan a asumir que difícilmente cumplirá con el cometido que le encomendaron en verano.
Bale, mientras, vive acomodado a los 29 años en su burbuja. Recién recuperado del último contratiempo muscular, tan alejado como siempre de la unidad familiar de Valdebebas (no acudió a una cena de equipo el lunes), observa cómo su estatuto vuelve a verse comprometido. Primero, porque Karim Benzema se ha instalado en el lugar que le reservaron a él, consolidándose como el mayor productor del equipo; y segundo, porque secundarios como Lucas Vázquez o Vinicius han ofrecido un rendimiento notable y continuo durante su ausencia. La sucesión de circunstancias ha provocado que el puesto de Bale, como sucediese la temporada pasada, ya no esté garantizado.
La ilusionante irrupción del joven brasileño y la continuidad y el trabajo que ofrece el canterano estimularon al Madrid en plena crisis. Solari se agarró a ellos hasta convertirlos en dos jugadores intocables en su esquema. Lucas ha sido titular en 12 de los 16 partidos (se perdió uno por sanción) dirigidos por el argentino y Vinicius no sale del once desde el duelo liguero ante la Real Sociedad del 6 de enero. Ofrecen entrega, aumentan la capacidad de desborde del equipo y han aportado tres goles y cinco asistencias en lo que va de año.
A su competencia se suma la de Marco Asensio, también de vuelta tras un mes y medio de baja. A la espera del retorno definitivo del balear, los cuatro podrían coincidir este jueves en la lista para la vuelta de los cuartos de Copa del Rey ante el Girona (21.30, beIN LaLiga; 4-2 en la ida en el Bernabéu). El abanico de opciones pone a Solari en una situación comprometida. El entrenador deberá escoger entre los dos hombres que el club estimaba como jugadores franquicia a principio de curso o los reservas que le han sacado del atolladero. Las preguntas en busca de pistas empezaron a brotar ayer en Valdebebas.
Recuperando jugadores
Cuando Solari fue cuestionado sobre si su titular era Vinicius o Bale, no ofreció ninguna respuesta contundente. “Las decisiones son siempre puntuales. Cada partido tiene sus características y tenemos muchos por delante. Todos, salvo Vallejo, están disponibles para generar esa competencia interna que es tan saludable para cualquier plantilla”, expuso el entrenador. “Elegiremos de acuerdo a cada partido y a muchas circunstancias. Estamos felices con la evolución y proyección de Vini. Ha llegado hace poco y ha demostrado muchas cosas”, repitió al ser interrogado sobre una posible variación del papel que ha asumido Vinicius en las últimas semanas.
El joven conservó el puesto de titular ante el Espanyol. Solari le sustituyó en el minuto 66 e introdujo a Bale. El galés respondió a sus primeros 24 minutos de 2019 con un gol de quilates. Realizó un doble toque de tacón y definió cruzado. Desde su llegada al Madrid, su producción e incidencia en el juego se vieron frecuentemente incrementadas cuando regresó tras lesión. En los 10 partidos posteriores a sus seis periodos de baja más prolongados en los cinco años que lleva en Chamartín promedia 6,2 goles y 2,5 asistencias.
Con el Ajax y la Champions a la vista, el derbi como aliciente liguero y la Copa como objetivo, Bale necesita de su versión más efectiva para enmendar su primer tramo de temporada y cumplir con el rango de referente del Madrid que le otorgaron en junio. El primer paso para lograrlo consiste en reintegrarse entre los titulares.
Publicado en El País.