Sri Lanka decretó el estado de emergencia y seguía buscando a los responsables de la ola de atentados suicidas que causaron 290 muertos y 500 heridos la víspera, un baño de sangre atribuido a un movimiento islamista local y cuya investigación intenta determinar posibles conexiones internacionales.
Aunque los ataques aún no han sido reivindicados, la presidencia decretó el estado de emergencia a partir de ayer en aras de la “seguridad pública“.
El domingo una serie de atentados con bomba coordinados sembraron el horror en hoteles e iglesias que oficiaban misa en varios lugares de la isla, que no había conocido tanta violencia desde el fin de la guerra civil hace 10 años.
Al menos 31 extranjeros, entre ellos indios, portugueses, turcos, británicos, australianos, japoneses, estadounidenses, daneses y un francés, figuran entre los muertos. Otros 14 siguen desaparecidos y podrían estar entre las víctimas no identificadas en la morgue.
El portavoz del gobierno de Sri Lanka, que apuntó a la autoría del grupo islamista local National Thowheet Jama’ath (NTJ), no entendía “cómo una pequeña organización en este país puede hacer todo eso”.
Estamos investigando una posible ayuda extranjera y sus otros vínculos, cómo forman kamikazes, cómo han producido estas bombas”, agregó.
La incriminación del NTJ supone un ascenso fulgurante de este grupo extremista poco conocido, cuya principal hazaña hasta ahora era atacar estatuas budistas.
Las autoridades de Sri Lanka no atendieron las advertencias de agencias de inteligencia sobre la amenaza de un ataque de un grupo islámico radical.
Agencias internacionales de inteligencia habían alertado varias veces de posibles atentados a partir del 4 de abril. El 9 de abril, el Ministerio de Defensa escribió al jefe de policía con información que incluía el nombre del grupo. El 11 de abril, la policía escribió a los responsables de la división de seguridad judicial y diplomática. La policía recibió hace 10 días información de que el grupo planeaba ataques.
Autoridades reconocieron la omisión y anunciaron 1 millón de rupias (unos 5,000 euros) para las familias de los fallecidos, entre 100,000 y 30,000 rupias (entre 500 y 1,500 euros) para los heridos y la “inmediata reparación de las iglesias con la ayuda de las fuerzas de seguridad”.
En el Aeropuerto Internacional de Colombo, los viajeros nerviosos esperaban en fila, mientras los soldados fuertemente armados vigilaban la entrada principal y varios accesos. El objetivo de los turistas es salir lo más rápido posible de Sri Lanka.
En los hoteles se percibía la ansiedad de los huéspedes, sobre todo en los hoteles frente al mar en Colombo, donde están la mayoría de los 5 estrellas y que el lunes estaban bajo estrechas medidas de seguridad.