Este martes la ciudadanía israelí va a las urnas. Como siempre, la sensación es que las elecciones son claves para el futuro del país. En realidad, en un país como Israel, que desde su nacimiento lidia con serios desafíos de seguridad, es sin duda dramático poder jugar un rol directo en la determinación del nuevo gobierno.
La seguridad siempre ha sido el tema principal en discusión. Gobiernos de centro izquierda y de derecha han velado por proteger a la ciudadanía y la tierra de ataques enemigos y atentados terroristas. Y por eso, es lamentable el nivel de polarización de la campaña electoral, que ha dividido profundamente al país.
La oposición al gobierno de Benjamin Netanyahu no está exenta de parte de la responsabilidad al respecto, pero a nuestro criterio, el papel principal lo ha jugado el propio primer ministro. Bajo su batuta e inspiración, la derecha en general se acostumbró a usar la palabra “izquierda” como insulto”.
Criticar la propuesta de la actual oposición, es legítimo. Y es un hecho que el gobierno actual está convencido de que volver a una política, por ejemplo, de retiradas y entrega de territorios a los palestinos, sería un riesgo que Israel no puede correr. El ejemplo de la retirada israelí de Gaza en el 2005, tras la cual se incentivó el disparo de cohetes hacia Israel –en lugar de terminarse– es muy elocuente. “Si eso pasa en Cisjordania, los cohetes caerían en Jerusalén”, dijo el gobierno.
El límite lo pasó, hace ya varias semanas, una de las propagandas electorales del partido Likud de gobierno, contra “Kajol Lavan“, el partido del ex jefe del ejército Beni Gantz, a quien Netanyahu suele tildar de “izquierda” aunque no lo es en absoluto. El presentador insistía que “Gantz es izquierda”. Y al agregar la frase final -“e izquierda es un peligro”– , de fondo apareció en pantalla una foto de un cementerio militar con numerosas lápidas en las tumbas de los soldados caídos.
Pero esta campaña es en gran medida también la decisiva para el futuro de Netanyahu. De fondo, cabe recordar, hay sospechas de corrupción en su contra y una decisión del Fiscal del Estado de imputarlo previa audiencia especial.