Al borde de algunas de las sinuosas quebradas que bordean las faldas de las montañas que integran el parque -de unas 81.800 hectáreas- se ha hecho común cruzarse con envases plásticos, restos de comida, papeles, cartones y prendas de vestir.
La incursión de cientos de habitantes agobiados por la escasez de agua provocada por el apagón nacional del 7 de marzo y los cortes intermitentes registrados desde entonces ha encendido la alarma entre los ambientalistas, que temen que la transformación de El Ávila en un baño público genere daños irreversibles.
A esto se suman los voraces incendios ocurridos en las últimas semanas en algunas montañas que han elevado los riesgos ambientales del lugar, bajo protección especial de las autoridades desde que fue declarado parque nacional hace seis décadas.