El día que su hijo intentó hablarle a Rafael Coronel Arroyo del momento en que habría que partir de este mundo, el maestro simplemente “se paró y se fue”. Sobre ese tema “nunca, jamás” hablaba, recordó ayer Juan Coronel Rivera, después del homenaje que se realizó en honor de su padre en el Palacio de Bellas Artes.
La existencia del pintor y escultor zacatecano llegó a su fin el martes, pero nuevamente ha vuelto a darle la espalda al tema y en su lugar ha quedado una estela de reconocimiento y cariño: “Una de sus cosas más importantes como artista es lo popular que era con la gente”.
Fácilmente reconocible por el estilo de una de sus últimas facetas, aquella de los hombres brujo, Coronel estuvo por última vez en el recinto cultural más importante del país. La urna con sus cenizas arribó a las 14:28 horas, con ella venía su hijo y Julia López, la artista y modelo de pintores como Diego Rivera, que siempre estuvo cerca de Coronel. Atrás venía la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto y el gobernador de Zacatecas, Alejandro Tello.
Coronel Arroyo, informó su hijo, falleció de insuficiencia cardíaca en el Hospital ABC, de la CDMX. “Él estaba bien, el sábado lo oí un poco errático y fui por él y lo traje al hospital”, señaló.
“Una cosa muy curiosa es que a él no le gustaba su pintura y entonces nunca guardo un cuadro, solamente conservó la pieza con la que está retratado (“Roma Anzures”, 2011). Esa fotografía frente al cuadro y el acrílico “Rata comiendo lombriz”, fueron colocados en el vestíbulo de Bellas Artes. Al final, una lluvia de aplausos despidió su urna mientras sonaba la “Marcha de Zacatecas”.
