Nos han sorprendido con la nueva revelación en la que se afirma que hace diez mil años México ya contaba con universidades y la imprenta mientras en Estados Unidos de América se paseaban los búfalos.
No debería de sorprendernos si recordamos las fantasiosas promesas que dicho personaje hizo en campaña, al fin y al cabo “prometer no empobrece”.
Para muchos mexicanos el hartazgo de la situación en la que se desarrollaban las cosas en el país les hizo encontrar un oasis en medio del desierto. Tal cual, un lugar en el que el agotamiento, el hambre y la sed serían mitigadas. Desafortunadamente al igual que el oasis, para muchos otros resultaba ser tan solo una alucinación.
Lo grave de éste tipo de declaraciones no radica en la falta de conocimiento (lo cual es debatible). El problema principal es que nos encontramos inmersos en una comunicación gobierno-gobernados sin fundamentos, sin cifras, sin responsabilidades ni responsables.
No son de utilidad las horas de las conferencias mañaneras si la consistencia de los temas que se tratan y la información que se da no es contundente.
Incluso en un partido de futbol podemos saber el resultado en el medio tiempo y al final. Hasta ahora nadie sabe si México va perdiendo o ganando; si se irá a tiempos extras; si tendremos penales. Cuando digo nadie, no es que todos ignoremos la situación real del país, tenemos estadísticas de seguridad, datos económicos y hoy por hoy todos conocemos a alguien que busca alternativas porque estuvo entre “los recortes” de personal.
Mientras se tengan otras cifras y otra información que contraste con lo que podemos corroborar objetivamente no se podrá avanzar.
Tomar como una broma las declaraciones nos convierte en malos ciudadanos, si hemos ejercido un voto consciente, debemos también recibir información contundente. Pensar que una sola persona resolverá los problemas de una nación es tan ingenuo como creer que la pobreza de un país solo es producto de sus gobernantes.
Administración Pública es muy distinta a política, hoy por hoy en cualquier ámbito se establecen sistemas definidos, medibles con evaluaciones que nos permiten corregir y mejorar. Ignorar estas prácticas nos regresa en definitiva a la época de las cavernas. Tal vez la frase ha sido bien aplicada. Si es así, sería una tristeza derrochar la sangre que se derramó durante toda la historia de México para poder llegar a la modernidad en el más amplio sentido de la palabra.
Se necesita un segundo para que una persona se salve de una bala perdida; varios minutos para que un equipo de rescate encuentre con vida a una persona sepultada bajo los escombros; 24 horas para que un paciente crítico pueda salir de terapia intensiva. No se necesitan diez mil años para ser superior a otra nación. Transparencia y objetividad son suficientes para afrontar los retos.