Ser madre siempre será una tarea difícil, pero serlo de un artista famoso puede serlo aún más. “La separación no fue fácil”, recuerda Elisa Cabrera, madre de la primera bailarina Elisa Carrillo, de quien tuvo que separarse cuando su hija tenía 10 años y cinco meses.
Para mí fue mucho más fuerte que para ella, porque en ese momento, ella estaba con la ilusión de irse a una gran compañía”, reitera. La separación y la distancia que exige salir a otro país para triunfar, es el principal sacrificio que las madres de los artistas han debido padecer.
En ello también coincide Laura Elena Fernández, madre de otros dos prodigios: Isaac Hernándezy su hermano Esteban. “En algún momento dije: ‘Bueno, está triste este asunto, pero ni modo’. Platicando con mi esposo, me dijo: “Güera, ¿para qué los quieres aquí? En este momento en el que ellos se iban no había grandes opciones de desarrollo en el país, el ballet clásico estaba muy limitado, y entonces me convenció: ‘Déjales la oportunidad de que busquen su futuro, así que no me ande llorando”.
La señora Fernández lloró por partida doble, madre de 11 hijos debió enviar a dos de sus hijas con los futuros bailarines: “Sus hermanas se fueron a cuidarlos, con Isaac mandé a Emilia, y con Esteban a Priscila, porque yo no podía apartarme de los más chiquitos, y entonces perdí a cuatro, no sólo a dos”.
Rocío Rossano, mamá de la soprano Rebeca Olvera, lo llama entrega: “Sacrificios, los padres siempre los hacen, pero más que sacrificio es la entrega que uno tiene como madre, como padre, por ejemplo: toda la vida trabajé en un banco, y regresar y revisar tareas. Ellos tuvieron que privarse de pasar tiempo con nosotros, los sacrificios fueron de toda la familia e implicaron mucho esfuerzo”.
De cualquier manera, la tecnología ha balanceado la ausencia. Tanto Elisa como Rebeca, todo el tiempo están conectadas con sus progenitoras a través del celular; ambas, ya también madres, platican sobre las travesuras de sus nietos, los proyectos en puerta y de la próxima oportunidad que tendrán para estar en familia.
Algo similar pasa con la madre del tenor Javier Camarena. La señora Yolanda Pozos recibe de su hijo por whatshapp alguna canción grabada por él, ya sea para ella o para su abuela.
“Ahorita se ha metido tanto en su trabajo, que implica mucho sacrificio, la verdad no tenemos mucha comunicación. Soy muy poco dada a la tecnología y, a veces, se me olvidaba el cambio de horario y lo despertaba a las dos de la mañana; de todos modos, yo sé que está bien, luego veo las noticias y las cosas que va haciendo y doy gracias a Dios”.