El olor a incienso guía a los visitantes. A menos de un kilómetro del Metro Yonghegong, en la gran urbe china, se ubica uno de los lugares más importantes para los budistas: el Templo Lamas.
China se considera un país no religioso (de acuerdo con datos de 2014, 75 por ciento no profesaba ninguna creencia específica); no obstante, estos sitios son lugares que atraen cada día a miles de visitantes, tanto nacionales como extranjeros.
Tomar un paquete de varas aromáticas para después encenderlas es el inicio del recorrido por el santuario budista –religión practicada por 15 por ciento de los chinos– construido en el siglo XVII.
Antes de entrar a la primera edificación, luego de pagar los creyentes se inclinan hacia cada uno de los puntos cardinales para después depositar los inciensos en los quemadores.
Los edificios tradicionales, con tejados amarillos y paredes color rojo, resguardan en su interior efigies de representaciones de los dioses Buda, Tsongkhapa y de Maitreya, esta última es poseedora de un récord Guinness por ser una imagen de sándalo tallada en una sola pieza y que alcanza 18 metros de alto.
En muchos altares las personas colocan ofrendas de alimentos y en otros hay urnas para depositar billetes, en agradecimiento a las plegarias atendidas.
Por la tarde, el canto de los monjes –vestidos con túnicas guindas– anuncia el inicio de la oración. Entonces toman asiento en los cojines dispuestos frente a pequeños escritorios.
A unos 500 metros está otro recinto al cual llegan miles de visitantes. Tras cruzar uno de los últimos pórticos históricos que quedan en la capital china, en la calle Guozijian, está el templo de Confucio, fundado en 1306.
Una estatua del filósofo chino recibe a los visitantes, quienes como acto de respeto hacen tres reverencias antes de ingresar.
El confucianismo, considerado una corriente filosófica y también una religión, es practicado por más de cien millones de personas.
Cipreses centenarios se distribuyen en los cuatro patios que hay en el lugar. También se pueden observar 16 estelas escritas por el emperador Qianlong, de la dinastía Qing, entre 1792 y 1795. En ellas se explica los sentimientos y experiencias a las palabras de los clásicos confucianos.
En la Sala de los Grandes Logros (o Da Cheng Dian) se realizaban ceremonias en honor a Confucio. Este es el segundo templo dedicado al filósofo más importante, sólo superado por el de su provincia natal, deShandong.
Con la clásica arquitectura china, el Templo del Cielo es considerado uno de los lugares más emblemáticos para los visitantes.
Construido entre 1403 y 1420 era el lugar donde los emperadores de las dinastías Ming y Qingrezaban para obtener una buena cosecha, pedían perdón por los pecados de la gente, o buscaban guía.
Ahora los visitantes se agolpan para ver los lugares de adoración y para tocar y tomarse fotos en las puertas rojas con bolas doradas, en busca de buena ventura.
En 1998 el Templo del Cielo fue agregado a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.