A pesar de que la llegada masiva del sargazo fue catalogada como un problema sanitario, las investigaciones sobre sus propiedades pueden convertir esta alga en una fuente de recursos para los estados donde se presenta dicho fenómeno.
Uno de los problemas ahora es la inversión de dos millones de dólares que se requiere para una planta procesadora.
En algunos municipios de Quintana Roo y de Yucatán, el sargazo puede crear una nueva fuente de empleo, ya que es posible su uso como fertilizante o abono, y hasta se convierte en una botana nutritiva.
Durante los primeros meses de la llegada masiva del sargazo, las investigaciones giraron en torno a sus beneficios como abono. Sin embargo, poco a poco se comenzó a pensar en la rama medicinal y cosmética, pues en Japón es un elemento muy utilizado en este rubro.
Sus propiedades favorecen el crecimiento de las plantas, por lo que se tomó como fertilizante. Por sus valores nutricionales también se puede emplear en algunos productos comestibles, e incluso para elaborar ropa.
Ahora sus fines se extienden también al uso inmobiliario, pues un jardinero de Quintana Roo desarrolló bloques para construir casas.
Científicos de la Unidad de Energía Renovable del Centro de Investigación Científica de Yucatán y estudiantes del Tecnológico Superior de Felipe Carrillo Puerto, de Quintana Roo, presentaron dos proyectos de biogás y biodiésel con el sargazo.
En la actualidad, el alginato (un polímero orgánico) que se obtiene al procesar el sargazo tiene un valor aproximado de 190 pesos por kilo; sin embargo, para obtener este producto es necesario contar con una planta procesadora, las cuales escasean en México, de acuerdo con Gustavo Hernández, investigador del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar).
El investigador es fundador de una planta piloto para la producción de alginatos en Baja California, la cual tuvo un costo de 80 mil dólares y es utilizada únicamente para la investigación de su proceso y posible uso.
Ante la masiva llegada de sargazo a las playas, se necesitaría una de mayor capacidad, que tendría un valor de más de dos millones de dólares, aseveró.
No obstante, debido a que su presencia no es constante en las costas, la inversión en plantas de este tipo, si bien podría ser de gran ayuda para impulsar el comercio y empleos en la región, no se obtendrían ingresos fijos, ya que la presencia del sargazo depende de los factores climáticos para su llegada masiva, de acuerdo con Brigitta Van Tussenbroek, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
Mencionó que si bien su llegada no es constante, las medidas de contingencia –incluido el procesamiento del alga para uso cotidiano– son sumamente necesarias, pues el sargazo tiene la propiedad de duplicar su biomasa en menos de 18 días, lo que beneficia a las especies en el mar, pero genera complicaciones cuando desaparece de las costas, por lo que urge un plan desaneamiento.
Por Frida Valencia
