Si bien la tecnología es una gran aliada para aumentar la productividad, su uso incorrecto a nivel laboral puede desencadenar malestares físicos y emocionales.
Una apropiada “detox digital” incluye, por ejemplo, el regreso al viejo reloj despertador (en lugar de la alarma del celular), el establecimiento de tiempos límite para leer y contestar emails, dejar el móvil lejos del alcance y de la vista todo lo posible, configurar la pantalla en escala de grises (para impedir que los colores capten la atención) y utilizar aplicaciones para bloquear alertas.