En la cultura mexicana, la celebración del día de muertos constituye la expresión popular de asuntos filosóficos: la vida y la muerte son partes de un todo. No puede darse una sin la otra.
Por primera vez, en el pueblo Mágico de Malinalco, Estado de México, se montó una Ofrenda Monumental, en memoria de aquellas personas que se nos adelantaron en el camino.
La obra simbólica para recordar a las personas que han partido de esta vida, en un acto de recuerdo y amor, tradición y cultura, está compuesta de maíz, caña, diversos frutos, flores de cempasúchil, granilla de mármol teñida, artículos de barro y pan de muerto.
Frutas de la región y ceras clavadas en pencas de plátano, además de dulces típicos adornan la ofrenda, en donde para su realización trabajaron más de 100 voluntarios, todos originarios de Malinalco.