Carlitos, tú eres el pueblo y el carnaval. Desde pequeño lo tuviste claro: llegar al profesionalismo, ser campeón, jugar en la selección y ayudar a la familia. Lo hiciste. Seguramente no tenías idea de lo grande que serías como futbolista, de lo grande que eres, porque Boca Juniors te ama y Manchester te respeta; Turín te tuvo y China se maravilló contigo.
Fuerte Apache es un lugar duro para crecer; tú lo hiciste y lo hiciste muy bien. Creciste junto a 35 mil personas en un complejo habitacional de 4657 departamentos, entre muros altos y rejas que impiden el paso a ciertas zonas. Tu gente, es la gente reacomodada de la Villa 31 de retiro en 1968, ahí donde hay gente trabajadora y honesta, pero donde la violencia, las drogas y la muerte es cosa de todos los días.
Por ello hay programas para que los jóvenes no terminen en la delincuencia, como "Pasos de Futbol", "Mi Refugio", "El Triángulo" y "Santa Clara". Tú mismo participaste en alguno de ellos, igual que tu mejor amigo de la infancia, Darío Coronel, apodado "El Cabañas", como aquel jugador de Boca al que tanto se parecía en lo físico.
“Juntos eran traviesos. Una vez los junté a todos y pregunté quién debía ser el capitán y hasta Tévez votó por Cabañas. Igual que Carlitos, él podía haber llegado…”, recuerda Didí, exentrenador del Santa Clara, el club del barrio del exBoca. Con 11 años, ¿recuerdas? Ambos decidieron probar suerte en Vélez. Darío se quedó y a ti te mandaron a casa.
Pero siempre lo tuviste claro: “triunfar para ayudar a la familia”. El ejemplo de tu padre, albañil de profesión, te sirvió para triunfar en la vida, persistir, trabajar duro, honesto y nunca rendirte. Darío se fue con las malas compañías, perdió el contrato con Vélez y terminó envuelto en problemas de drogas y robos. Al final, se quitó la vida antes de que la policía lo detuviera por homicidio, robo y otros cargos. Tu dolor fue muy fuerte, pero lo superaste, la muerte en el barrio era cosa de todos los días y tú elegiste el camino del bien.
Parece fácil, pero no lo es. Campeón en cuatro países diferentes: Argentina, Brasil, Inglaterra e Italia. En casa ganaste la Liga, la Copa y la Supercopa, pero también saliste al
Parecía que te quedarías en el club por muchos años, pero llegó el Corinthians de Brasil y rompió el mercado sudamericano. El fichaje más caro de la historia, en la zona, era un argentino que iba a Brasil, raro, ¿no? No te arrugaste y ganaste la Serie A del país, cargando el equipo al hombro y mostrándote cuando te necesitaban.
Ahora sí, Europa te llamaba, pero no era un grande el que te buscaba, sino un equipo modesto, pero con una de las mejores aficiones del futbol inglés: West Ham. Sin miedo y una palabra de inglés cruzaste el charco; la rompiste de nuevo. Todos te voltearon a ver, pero te fuiste con el mandamás de la Premier League: Manchester United. Con los Red Devils lo ganaste todo: League Cup, FA Cup, Premier League y hasta la Champions League, en esa final donde Cristiano Ronaldo se achicó y falló un penal, pero tú no, tú tomaste el balón y lo mandaste a guardar en la mismísima Rusia.
No te voy a negar que fue un poco ingrato cruzar la calle para irte con el rival de toda la vida: Manchester City. Recuerdo a los hinchas del United regalando, tirando o quemando tus camisetas. ¡Cómo no, Carlitos!, si te das a querer de inmediato y aquel fichaje fue como cuando te deja la novia, en la adolescencia, por tu peor enemigo. Una cahetada. Y otra vez, la rompiste y enamoraste a la mitad de la ciudad. Lo hiciste con goles, con entrega, con garra y hasta les diste un título con todo y que te la pasaste jugando golf esa temporada. ¡Ay, Carlitos!
Querías regresar a Boca, pero la Vecchia Signora tocó a tu puerta. No estuvo mal, dos años con el número en la espalda del ídolo de toda la vida y con tu futbol en la cancha te ganaste a la hinchada. Dos campeonatos más, 39 goles, y casi la Champions sino es porque Messi y compañía se cruzaron en tu camino. De vuelta a Boca, con escala en China y a casa.