POR MARÍA TERESA MONTAÑO
Miles de peregrinos salieron este lunes de la catedral de Toluca rumbo a la Basílica de Guadalupe, tras pernoctar en las inmediaciones del Centro Histórico de la capital.
Se espera que la madrugada del miércoles arriben al santuario de la guadalupana, hasta donde llevan mandas, promesas y mucha gratitud.
Se trata de la 82 peregrinación anual diocesana, una de las marchas de fe más grandes que se realizan en el país cada año y de las más importantes en Latinoamérica.
Las filas kilométricas de peregrinos salieron tras recibir la bendición del obispo Javier Chavolla Ramos, durante una misa especial con la que marcaron su partida.
Cómo cada año, el obispo de la Diócesis de Toluca los conminó a continuar con esta expresión de fe y devoción a la Virgen de Guadalupe.
Los contingentes son custodiados por elementos de seguridad pública de la capital y estatal, así como de municipios aledaños a la ruta, además de que docenas de patrullas y elementos de tránsito de la zona metropolitana del Valle de Toluca participaron en los cortes viales a lo largo del trayecto.
Cada peregrino recorre los cerca de 75 kilómetros con su propia historia y sus propios motivos, como Nancy, de 21 años, quien acude por primera vez a peregrinación: lleva un pendiente que había dejado por seis años, pues desde entonces había prometido agradecer a la Virgen por haber salvado a su hijo de dos años de una muerte segura, tras una enfermedad severa.
Rosa Valdés, de 75 años, lleva 12 años marchando como una muestra de gratitud de que cada año la virgen ha sacado adelante a su hija de más de 30 años, quien padece una severa deficiencia renal. También la ha salvado a ella.
Itzel Martínez es otra joven madre que asegura que la guadalupana salvó a su pequeña hija de una intervención intestinal, gracias a su intermediación, Araceli hoy vive.
De acuerdo con el plan, los peregrinos tienen programada la pernocta en la iglesia de Ocoyoacac y este martes llegarán la Ciudad de México, cerca de Cuajimalpa.
Los contingentes se organizaron en bloques de unas 200 personas cada uno, integrados por hombres e intercalados con mujeres; los romeros marchan a la Basílica a paso veloz, lanzando plegarias, cantando y algunos hasta con bandas musicales.