El tren frenó antes de arribar a la terminal Observatorio. Quince minutos después escuchó ruidos provenientes de la parte inferior del vagón. “Quién sabe qué le pasaría que jalaba tantito y ahí se quedaba. Haga cuenta un carro como si le diera marcha (rum) y no jalaba y de repente se empezó a ir para atrás, hasta le dije a mi hermana, y luego empezó a agarrar vuelo”, recuerda. Minutos después, el convoy “se fue para atrás”, hacia Tacubaya. Era un rodaje en bajada impulsado por la fuerza de gravedad. Vino entonces el impacto del tren 33 con el 38.
El fólder con el acta de nacimiento salió volando. Entre los gritos y empujones de los pocos usuarios, Sergio logró rescatar a su hermana, quien resultó con una fractura en el brazo derecho, así como el documento traído desde Querétaro.
“Y ya de ahí, el gritadero; mi hermana voló por abajo junto a otro señor. Yo queriendo agarrarme, sentí un golpe en el cuello, pero la impresión de ver a mi hermana… Le ayudé a recuperar sus cosas, su acta para que no la pierda”.
Ya repuesto del susto, Jesús González García, de 63 años, recuerda que debido al impacto fue a dar al piso. Quiso incorporarse, pero no pudo. Le dolía la cintura. Pensó en ayudar a los caídos, no obstante, fue él quien requirió auxilio para ponerse en pie. Salió de la estación Tacubaya en brazos de un bombero.
Tras abandonar el Hospital Durango comentó que sufrió una especie de dislocación en la cadera por lo que le dieron medicamento para los dolores.
Sergio Antonio Barrera, vidriero de oficio, escuchaba música durante la espera antes de llegar a la terminal. Al sentir que el tren se iba en reversa y alcanzaba velocidad, quiso asirse a los tubos, pero al momento del golpe ya no pudo hacer nada y rodó aproximadamente cinco metros.
Policías lo sacaron cargando del segundo vagón, pues no podía caminar, ya que se sentía muy adolorido.