¿Y después del Covid-19? - Ecos del Estado

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13 abril 2020

¿Y después del Covid-19?


Por: Juan Garduño

La pandemia del Covid-19 está azotando a la población mundial. Las cifras del número de muertes en Italia, España o la ciudad de Nueva York, son escandalosas. El mundo se ha detenido para evitar el contagio; sin embargo, no se ve con claridad el fin de la situación. Mientras tanto, la principal preocupación en los medios es el desplome económico ocasionado por esta crisis de salud. Por otra parte, algunas imágenes alegres nos muestran cómo ha bajado la contaminación y cómo salen los animales a retomar ciertos lugares por los que ya no solían pasearse. Frente a este panorama, ¿qué pasa en México?

En diciembre de 2019 todos nos encontrábamos celebrando las fiestas de fin de año, ignorando las noticias que llegaban. A mediados de enero de 2020, empezamos a tener más información acerca de este virus, para finales de mes ya era abundante, aunque todavía se percibía como algo lejano. El hecho de que las principales bases de datos académicas hayan puesto en acceso abierto todas las investigaciones acerca del Covid-19 debió ser una señal de alarma, mas no lo fue. Conforme transcurrió marzo, el panorama se tornó álgido y antes de terminar el mes fue declarada la cuarentena. Ahora, en abril, todas las actividades están siendo paralizadas por este virus, se espera que para finales del mes se declare la fase 3.

El Covid-19 tiene su origen en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China. Es una enfermedad respiratoria, cuyos síntomas son: tos, fiebre, dolor de cabeza, dolor o ardor de garganta, escurrimiento nasal y ojos irritados, al agravarse genera dificultad para respirar. Aunque su letalidad es de apenas un 3 %, su índice de contagio es sumamente alto, lo cual es el verdadero problema, ya que no se cuenta con las instalaciones necesarias ni con el equipo suficiente para atender tantos casos al mismo tiempo. Además, bajo ciertas condiciones de salud, este virus puede ser letal, en particular, en una sociedad como la mexicana.



A nivel mundial, los servicios médicos por parte del estado se han visto minados, el derecho a la salud ha venido a menos. En México, esto no es la excepción. Desde la década de 1980, tanto el IMSS como el ISSSTE se han visto rebasados. Su tiempo de atención a sus usuarios se tornó una tormentosa espera, luego se fueron aunando otros problemas, como la falta de medicamentos, la falta de presupuesto y el desvío de recursos. Pronto surgieron consultorios, con farmacia integrada de medicamentos genéricos, donde se atendía a las personas que presentaban alguna enfermedad ocasional (respiratoria o digestiva). Las personas preferían pagar una consulta barata, antes que esperar al menos tres horas para ser atendido en las instituciones de salud. Aunado a esto, podemos agregar que surgieron muchos empleos y autoempleos informales, sin prestaciones de salud, lo cual orillaba a las personas a recurrir a estos consultorios. La amplia proliferación de dichos consultorios representa el fracaso de las instituciones de salud pública; así como la proliferación de escuelas privadas de educación básica, principalmente, de dudosa calidad, representan el deterioro de la educación pública.

En México, la medicina preventiva solo se conoce de nombre. Los esfuerzos de las instituciones de salud están puestos en atender las enfermedades una vez que están presentes. Por otro lado, tampoco hay en la ciudadanía una consciencia de cómo cuidar su salud. Justamente, el Covid-19 tiene una tasa más alta de letalidad en personas con enfermedades crónicas como: obesidad, hipertensión, diabetes, cáncer y VIH, además de menores de 5 años, mayores de 60 años y mujeres embarazadas. Las personas con enfermedades crónicas resultan un grupo mayoritario en nuestro país, si consideramos que México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil (según la Unicef)[1] y el noveno en diabetes (se estima que para 2025 seamos sexto lugar).[2] Frente a este difícil panorama, el hecho de que no todos puedan quedarse en casa nos revela que el anunciado problema económico ya está presente en la sociedad y se refleja en una profunda desigualdad social: personas que viven al día, adultos mayores desprotegidos, madres solteras que deben llevar a sus hijos con ellas a trabajar, empleos y negocios informales.

La pregunta a responder es ¿qué pasará después del Covid-19? Tomando como referencia la obesidad y la diabetes, estas enfermedades se deben principalmente a los malos hábitos alimenticios de las personas, lo cual está en sus manos hacer o dejar de hacer. Durante la década de 1980, el mercado mexicano se llenó de bebidas carbonatadas y azucaradas, panecillos con harinas refinadas, frituras y dulces con colorantes artificiales. Se dejaron de lado las frutas, las verduras, el agua de limón y de chía, e incluso las tortas de tamal fueron desplazadas por comida rápida alta en carbohidratos y embutidos. El tiempo de traslado de la casa al trabajo, condicionó el desfase en los horarios de comida. De esta manera se generó el problema de salud que actualmente tenemos. Al pasar la pandemia, todos auguran un desastre económico a nivel mundial, pero como dije, éste ya estaba, queda preguntarnos: ¿qué nos queda hacer?


Nos hemos dado cuenta que nuestra salud está sumamente deteriorada, que las enfermedades crónicas son el pan de cada día en la sociedad mexicana. Cabe aquí el tiempo para reflexionar si comer bien es cuestión de hábito o de poder adquisitivo. Podemos comparar brevemente ciertos productos, hacer un agua de fruta de temporada es más económico que comprar una bebida carbonatada, un kilo de fruta cuesta más barato que un kilo de frituras, o bien, hablando de ejercicio, se puede salir a correr al parque gratis. Son acciones que dependen de la voluntad de las personas, organizar una salida de domingo por la mañana al deportivo puede ser una acción unificadora para las familias, basta llevar un kilo de naranjas y las cantimploras llenas para pasarla bien.

Por otra parte, se ha olvidado el lunch para los niños, el poner alguna fruta o la famosa torta, con su agua. En este sentido, la oferta de comida chatarra en la escuela es inmensamente grande comparada con alimentos saludables, de contenido nutricional, y no hay bebederos en las escuelas públicas. Dentro de la escuela, es necesario que se retomen en serio las actividades deportivas, el fomento del ejercicio como parte de la vida común, para evitar el sedentarismo. En esta etapa las personas se forman los hábitos que llevarán a cabo a lo largo de sus vidas, por ello es tan importante fomentarlos en ese momento. Estos días de cuarentena debemos reflexionar acerca de qué podemos cambiar en nuestras vidas para vivir mejor, pero al mismo tiempo, esta acción individual tiene que ser el motor para realizar acciones conjuntas y mover las estructuras de gobierno que permitan reducir la amplia brecha de la desigualdad social. Antes de pensar en la economía y las grandes pérdidas de las empresas, debemos ver qué hemos perdido como sociedad.

[1] http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/informacion/boletines/87-internacional/39127-mexico-ocupa-el-primer-lugar-a-nivel-mundial-en-obesidad-infantil-y-el-segundo-en-adultos-unicef.html
[2] https://www.lja.mx/2019/05/ocupa-mexico-el-noveno-lugar-mundial-en-diabetes/


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