Por: Alicia García-Molina
¿Cuántas veces has escuchado la palabra racismo en las últimas semanas? Parece que la violencia de género, la homofobia y hasta la pobreza han pasado a un segundo término. Los nuevos autodenominados intelectuales, han “descubierto” que el factor que detona todos los males sociales es el racismo.
Entendamos que se aplica el concepto de racismo como el privilegio de tener la piel clara, por lo tanto, dichas personas serán burguesas, opresoras, explotadoras, irrespetuosas y gozarán de una vida relajada y llena de bienes materiales. Y ya existe incluso una organización que está enfocada al estudio de “el privilegio de ser blanco en México” así como de definir a los whitexicans y el daño que le causan a la sociedad y al país.
Si bien México es un mosaico cultural y étnico, siempre se ha caracterizado por mantener una polarización social. El racismo no se remite a la época colonial entre españoles e indígenas.
Históricamente las culturas precolombinas establecían clases sociales entre ellas y al interior de las mismas. Los gobernantes y sacerdotes pertenecían a una clase social privilegiada e incluso los centros de aprendizaje no eran los mismos para todos y mucho menos para las mujeres.
Son múltiples los capítulos que hacen referencia al racismo en la historia de México, pero hay dos de los que no se hablan que yo retomaré.
El primero tiene que ver con la persecución y masacre de asiáticos (chinos) a finales del Porfiriato en donde el nacionalismo se convirtió en una fobia por lo extranjero, rechazando todo aquello que no fuera mexicano. Y más tarde, una parte nublada dentro del movimiento revolucionario fue aquella insistencia de un mexicanismo malentendido que derivó en xenofobia y que nació en el Partido Liberal Mexicano, en donde explícitamente en uno de los principios del partido se establecía la prohibición de la inmigración china.
Llama la atención que movimientos liberales que luchan por la igualdad de derechos tengan extremos que dañen los derechos fundamentales. Existen historias jamás contadas pero documentadas de la expresión más aguda del racismo y la xenofobia como lo es el nazismo.
Sí, en México también hubo nazis y el partido que les dio cobijo fue el Partido Nacionalista que se situaba en un edificio en el Centro Histórico ondeando banderas con una gran suástica . Para nuestra sorpresa, o tal vez con un poco de perspicacia se puede ingerir que quien estableciera como lema de la mayor casa de estudios del país “Por mi raza hablará el espíritu” fuera participe de esa corriente al igual que el gran muralista Gerardo Murillo Conrado.
El talentoso e icónico Dr. Atl quien habría recibido una beca durante el gobierno de Porfirio Díaz para estudiar en Europa y más tarde cambiaría su nombre al náhuatl.
México tiene la gran capacidad de absorber y transformar todo aquello que mundialmente es una tendencia, tristemente, el racismo puro o transformado es vil e inerte. Mi predicción es que en el corto plazo el discurso público hablará de racismo intensamente.
Entendamos que se aplica el concepto de racismo como el privilegio de tener la piel clara, por lo tanto, dichas personas serán burguesas, opresoras, explotadoras, irrespetuosas y gozarán de una vida relajada y llena de bienes materiales. Y ya existe incluso una organización que está enfocada al estudio de “el privilegio de ser blanco en México” así como de definir a los whitexicans y el daño que le causan a la sociedad y al país.
Si bien México es un mosaico cultural y étnico, siempre se ha caracterizado por mantener una polarización social. El racismo no se remite a la época colonial entre españoles e indígenas.
Históricamente las culturas precolombinas establecían clases sociales entre ellas y al interior de las mismas. Los gobernantes y sacerdotes pertenecían a una clase social privilegiada e incluso los centros de aprendizaje no eran los mismos para todos y mucho menos para las mujeres.
Son múltiples los capítulos que hacen referencia al racismo en la historia de México, pero hay dos de los que no se hablan que yo retomaré.
El primero tiene que ver con la persecución y masacre de asiáticos (chinos) a finales del Porfiriato en donde el nacionalismo se convirtió en una fobia por lo extranjero, rechazando todo aquello que no fuera mexicano. Y más tarde, una parte nublada dentro del movimiento revolucionario fue aquella insistencia de un mexicanismo malentendido que derivó en xenofobia y que nació en el Partido Liberal Mexicano, en donde explícitamente en uno de los principios del partido se establecía la prohibición de la inmigración china.
Llama la atención que movimientos liberales que luchan por la igualdad de derechos tengan extremos que dañen los derechos fundamentales. Existen historias jamás contadas pero documentadas de la expresión más aguda del racismo y la xenofobia como lo es el nazismo.
Sí, en México también hubo nazis y el partido que les dio cobijo fue el Partido Nacionalista que se situaba en un edificio en el Centro Histórico ondeando banderas con una gran suástica . Para nuestra sorpresa, o tal vez con un poco de perspicacia se puede ingerir que quien estableciera como lema de la mayor casa de estudios del país “Por mi raza hablará el espíritu” fuera participe de esa corriente al igual que el gran muralista Gerardo Murillo Conrado.
El talentoso e icónico Dr. Atl quien habría recibido una beca durante el gobierno de Porfirio Díaz para estudiar en Europa y más tarde cambiaría su nombre al náhuatl.
México tiene la gran capacidad de absorber y transformar todo aquello que mundialmente es una tendencia, tristemente, el racismo puro o transformado es vil e inerte. Mi predicción es que en el corto plazo el discurso público hablará de racismo intensamente.