“Hace 100 años el Señor visitó a su pueblo. Envió un hombre, lo preparó para hacer de obispo y guiar la Iglesia. Haciendo memoria de San Juan Pablo II retomamos esto: El Señor ama a su pueblo, el Señor visita su pueblo, ha enviado un pastor”, expresó el Papa Francisco en su homilía.
Con esta misa, se abre la Basílica a los fieles, donde hoy, a raíz de la pandemia del coronavirus, las medidas para ingresar han cambiado, para ingresar al columnato de Bernini donde se encuentran los scanners de seguridad, están los señalamientos en el piso indicando el distanciamiento social y el gel antibacterial para desinfectarse las manos.
El primer control es el de la temperatura llevado a cabo por los voluntarios de la Orden de Malta que se le realiza a todo aquel que desee ingresar, e indicando el uso correcto del cubrebocas.
Acceso a la Plaza de San Pedro
Pasando este primer filtro, el siguiente es el del scanner de seguridad donde se tiene que depositar sus objetos metálicos en la bandeja para poder acceder a la Plaza de San Pedro y dirigirse al interior de la Basílica donde se han colocado letreros que señalan las nuevas normas de comportamiento social.
Cuando se ingresa, el primer encuentro es con la Piedad de Miguel Ángel, pero hoy es visible a la distancia y a la cercanía, porque hoy no hay las aglomeraciones de grupos de turistas que se detenían a retratarla y hacer sus selfies con el fondo de la escultura.
Se camina en silencio, hoy no existe el rumor de miles de visitantes que habitaban en ella antes del confinamiento. La tumba de San Juan Pablo II fue la que tuvo más fieles que se postraron en las bancas que tiene la capilla para rezarle, pero ubicándose a un metro de distancia entre cada persona.
Se continua el recorrido para llegar al Baldaquino donde el Papa celebra la misa, y sólo se ve un sacerdote rezando sin que su oración sea interrumpida, se rodea el altar para llegar a la Cátedra de San Pedro, son las 12:00 horas y un coro comienza a cantar mientras se reza el Rosario, los fieles en silencio y en distancia piden por sus necesidades.
Es tiempo de abandonar la Basílica, aún la Plaza de San Pedro se encuentra cerrada, se descienden las escaleras del atrio y se mira un Guardia Suizo utilizando el cubrebocas, los tiempos han cambiado en tan sólo dos meses