Dejar el trabajo para cuando estemos más descansados o tomar una siesta de 20 minutos es una buena opción.
Si esto no es posible, segmentar las tareas: las de rutina o repetitivas pueden realizarse incluso en momentos de privación de sueño, a diferencia de las más nuevas o que requieren mayor creatividad y concentración.
Y si no estás seguro de si el trabajo que realizaste o la decisión que tomaste es la correcta por tener el cerebro agotado, pide una segunda opinión.